Hacia fines del mes de Julio, dadas las condiciones de emergencia sanitaria por la influenza A H1N1, decidí viajar a respirar aire puro.... Volví enamorada de Capilla del Monte, de su gente, del Uritorco, de Las Gemelas, del río Calabalumba y de un pueblito muy pequeño y pintoresco: San Marcos Sierras
Un lugar sencillamente maravilloso, enclavado en las sierras, con bosques nativos, calles serpenteantes con frondosas arboledas.
El trazado urbano corresponde a un damero, con casas que mantienen el estilo colonial. En la plaza central está la iglesia, que fue construída entre los años 1671 y 1734 por los jesuitas.
La población, unos 3000 habitantes, es muy especial: artesanos, poetas, pintores, apicultores.
La historia cuenta que el movimiento hippie se difundió hacia dos direcciones: El Bolsón y San Marcos. Los que habitan en el pueblo ya son abuelos y sus nietos, representan el aire nuevo, manteniendo con una fuerte convicción un estilo de vida natural, una conducta ecologista, centrada en el amor a la naturaleza y el respeto a los ancestros. Son chicos con los que da gusto conversar. Gente linda. Maravillosa.
El lugar me ha dejado una huella tan imborrable que estoy pensando, para cuando se produzca mi retiro laboral, ir a vivir allí entre el canto de los pájaros, el verde de los árboles, el aroma de las flores silvestres, el arrullo de la acequia....y la compañía de alguien especial
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