lunes, 16 de febrero de 2009

Los lentes y yo

Odio usar anteojos!
Me parece que me choco con la gente.
No puedo establecer contacto visual, un cristal me separa.
Me incomodan.
Me molestan en la naríz, en las orejas, en la cartera.
Los pierdo.
Inevitablemente los pierdo y parezco Mr Magoo, firmando donde me marcan con el dedo
Cuando me los saco suelo arrojarlos lejos, como algo molesto que en verdad lo son, y -es inevitable- caen sobre la cama, por supuesto antes de que me siente... encima de ellos!




Se hace tarde, tengo que ir a trabajar y estoy dando vueltas en la casa porque no los encuentro ni recuerdo dónde -cáspitas!- los dejé.
Urge despertar a mi hija, quién -gentilmente, como todo adolescente- me dice con su suave voz cual hermanita de Goyeneche:
-Ahí están, Ciegaaa!
y es verdad, les pasé millones de veces por al lado y no los ví.
Demás está decir que los uso sin marco, sin tanza, sin nada que les otorgue fortaleza, por lo tanto suelo romperlos.
Si! rompo los cristales, orgánicos, esos que casi nadie rompe y me siento cual Fiona, torpe, tosca, demasiado voluminosa... (sin olvidar, por supuesto los atributos positivos, claro)
En fin, empeñada en vencer a mi torpeza, en dominar la motricidad fina, decido Usar lentes de contacto!!
Si, claro, las hubiera preferido de colores, fosforescentes mejor, pero, dado que sería mi aprendizaje con ellas decidimos, la contactóloga y yo, que sean transparentes.............

Para ir acortando el relato les diré que recién ahora puedo abrir el ojo, el derrame ya se está reabsorbiendo, he podido dejar de lado los lentes obscuros y ya no impresiono... tanto.

Pese a todo, cuando sane, volveré a intertarlo.

PD) Que lindo hubiera sido si Shrek, el 14 de febrero ...............!!!!!!!!!!!!!!!

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