Debo reconocer que Mirta es una experta al volante, como tal, es imposible que se quede quieta. En nuestro viaje a Córdoba nos hizo recorrer las sierras de Este a Oeste. Transitando la ruta E53, por camino de ripio, hacia La Cumbre llegamos a un paraje denominado Potrero de Santa Gertrudis, en las estribaciones orientales de las Sierras Chicas. El camino se presentó tan sinuoso que nos obligó a transitar con precaución, debido a las curvas cerradas, desniveles y precipicios. Conocí un lugar de una belleza inenarrable: Candonga. Su nombre significa “mula de tiro” y es posible que la región fuera en época de la colonia, invernada de mulas con destino a Potosí. Mis amigas, conocedoras del lugar y de mis gustos, me llevaron a visitar una capilla que fue construída aprox. en 1713 por los jesuitas, con participación de artistas indígenas. Tiene una sola nave, cubierta por una bóveda que se prolonga hacia el exterior formando el gran arco-cobijo que protege entrada y caracteriza su fachada. En el altar una imágen de Nuestra Señora del Rosario en un nicho de madera pintada llama al recogimiento y la oración.
Fué declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1941 y actualmente propiedad del Estado provincial.
De regreso nos detuvimos en Agua de Oro, un balneario natural que alimenta el arroyo San Vicente, con aguas cristalinas en un ambiente de singular belleza. Allí pude ver, cavados en las piedras, morteros de la época prehispánica.
Estos lugares los tengo guardados en el alma, cada vez que me abruma la superexigencia laboral, abro el corazón, me inundan los recuerdos y vuelvo a la calma.
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