domingo, 25 de abril de 2010

Mi amigo José

Está terminando el fin de semana. Es un domingo de otoño, bastante frío, tal vez por la falta de costumbre se siente tanto. veníamos de altas temperaturas y de pronto baja tanto el termómetro. El día ha sido gris, plomizo, con ganas de llover.
 Será por eso que hoy he estado nostálgica? bien podría ser.
he andado por la casa con múltiples quehaceres, sin embargo parecía faltarme algo, eso que me pudiera proporcionar completud.
Ya de noche, frente al teclado, pienso en lo maravillosa que ha sido la vida para conmigo; tampoco  han de creer que todo ha sido un lecho de rosas... Un lecho de rosas, que figura! si, es probable que mi vida lo haya sido, con las espinas incluídas, por supuesto, pero rosas al fin...
En todo este divague  que mi mente por las noches  produce, aparecen de a poquito, uno a uno mis amigos. Los puedo contar con los dedos de una mano y me sobran dedos.... será que no doy el título tan fácilmente.
 Mis amigos han pasado el fuego sagrado de los años, las pruebas de la vida, han compartido mis lágrimas y mis alegrías.
Hoy particularmente quiero hablar de José, artista plástico, poeta de excelencia, pero sobre todo Buena Persona.
Nos andábamos buscando por la vida y no podíamos encontrarnos, así, literalmente. A mí me gustaba su trabajo y quería conocerlo y él sabía que lo buscaba, le habían hablado de mí, pero no coincidíamos jamás; hasta que un día,  en Córdoba, nos encontramos y conversamos, sin saber el uno como se llamaba el otro. Charlamos como viejos amigos varias horas, hasta que alguien nos presentó:
-Vos sos josé?? yo te quería conocer!!!
-Vos sos Alicia??' te estaba buscando!!
y desde ése momento quedó sellada una amistad que nos une más allá de lo imaginable.
De José puedo contar centenares de anécdotas, pero hay una que me emociona particularmente: Estaba divorciándome, envuelta en penas y angustias económicas.
 Mi hija Sofía se había ido de viaje con una compañera de la escuela y yo quería que al volver, viera nuestro espacio un poco más bonito. Tenía necesidad de poner belleza en medio de tanta angustia.
Vivíamos en  una pobreza franciscana. teníamos muebles viejos, deslucidos y yo quería convertir aquello en algo hermoso. Cambié los muebles de lugar para dar otro aspecto y para que recircule la energía, pero ahi estaba nomás el viejo ropero que no lograba acomodar.
Muy triste, con lágrimas en el alma le digo a José que nada podía hacer, que éramos pobres, que no podía cambiar nada...  y él me contestó: Alicita, con dinero cualquiera hace cosas lindas. Yo te voy a ayudar y le vamos a armar una habitación hermosa a Sofi, lo vamos a hacer con Amor.
Dicho esto, consiguió unas tizas de colores -ni soñar en comprar  pintura- e hizo la más bella obra de arte que he visto, en la parte de atrás del viejo ropero. Colores claros, pasteles, formas redondeadas, una belleza....
Cuando mi hija llegó a casa, se alegró con el cambio y yo me alegré con ella.
Ha pasado mucho tiempo, es verdad, pero siempre lo recuerdo: Con dinero cualquiera hace, con Amor, sólo los que nos quieren de verdad.

Un beso, José.

No hay comentarios: